Un reciente estudio de un prestigioso Instituto Científico
estadounidense confirma esta teoría, por lo que REVISTA MUERTA no duda en
llegar hasta la lejana Alaska, para conocer de primera mano este importante
descubrimiento.
Si uno es joven, pero quiere
asegurarse una larga vida, la solución se encuentra al alcance de la mano.
Estudiar en la Escuela de Oficiales de alguna de las tres Fuerzas Armadas,
hacer carrera en la fuerza, llegar al Generalato o el Almirantazgo y luego
formar parte de un gobierno ilegal, en la Argentina prolonga la vida por varios
años. Esta afirmación en otros tiempos temeraria, ha sido debidamente analizada
por el Dr, Roscoe Hogg, reputado investigador del Pedorric Science Research
Institute de la ciudad de Anchorage, quien tras varios años de paciente trabajo
de campo y cotejado de análisis puede afirmar rotundamente lo valedero de su
teoría. Es por ello que nuestro corresponsal en Groenlandia acortó distancias
mediante su trineo y entre probetas, gráficos e innumerables libros
desparramados, trae al lector esta apasionante entrevista.
-Cuéntenos Doctor…¿Cómo se inició
esta interesante investigación?
-Como sucede con muchos de los grandes descubrimientos, la causa fue meramente
accidental. Aquí en Alaska tenemos líneas de investigación científica muy
marcadas: una relacionada con la industria hidrocarburífera, donde gracias al
mecenazgo de importantes empresas como Texaco, Isaura y Agip podemos demostrar
lo inocuo de los derrames de petróleo en el ecosistema contrariando
valientemente al feroz lobby ecologista, el aprovechamiento de recursos en
ambientes hostiles por parte del pueblo esquimal y el desarrollo de la flora y
la fauna en estas latitudes.
-Bien. Quiero suponer entonces
que la relación con Argentina llega por fruto de ciertas similitudes entre la
dureza del clima austral y el que se presenta aquí. Lo que no llego a
comprender como se llega a la longevidad del generalato argentino.
-No precisamente. Investigando sobre la vida de las morsas, descubrimos
que “La Morsa” era el apodo del presidente de facto argentino Juan Carlos
Onganía. Ese fue el punto de partida de todo esto, e inicié junto a mis
colaboradores, varios viajes a la Argentina para profundizar la investigación.
-¡Increíble! Igualmente, parece
algo forzado el motivo que los inspiró para efectuar este trabajo.
-Mire, acá teníamos dos opciones. O pasarnos ocho meses cagados de frío
viendo como garchan las focas o viajar con todos los gastos pagos a Sudamérica,
conocer Buenos Aires y tener a mano el Carnaval de Río para pasarla bomba.
¿Usted que elegiría?
-Está todo dicho.
-¡La ciencia por sobre todas las cosas! Investigamos reiteradamente los
beneficios del malbec argentino principalmente. (Hogg ríe con ganas)
-Estábamos en Onganía.-
Sí, disculpe. Lo cierto es que empezamos a hacer una semblanza de la
vida de “La Morsa” y nos llamó poderosamente la atención que, al contrario de
la mayoría de nuestras elites militares, nunca había participado en una sola batalla,
apenas en las bravuconadas internas de Azules y Colorados unos años antes e
intrascendentes ejercicios militares. Luego asumió como jefe del Ejército y
posteriormente, dio un golpe de Estado contra el radical Arturo Illia y se
convirtió en Presidente.
-Eso lo sabemos todos los que
conocemos un poco de la historia argentina reciente, Dr. Hogg.
-Puede ser…¿pero qué me diría usted que haberse convertido en un
dictador bananero mejoró su calidad de vida y le aseguró varios años por encima
del promedio?
-Puede ser fruto del mero azar…
-Fue lo que pensamos nosotros inicialmente. Mire Onganía falleció a los
81 años de edad, cuando el promedio para los varones argentinos en su fecha de
fallecimiento era de aproximadamente 70 años y 72 de acuerdo a las últimas
estadísticas. Empezamos a repasar la vida de otros presidentes y personajes
destacados de gobiernos de facto y encontramos como punto común una asombrosa
longevidad por encima del promedio.
-¿Por ejemplo?
-Tenemos un Isaac Rojas fallecido a los 87 años, un Emilio Massera de
85, un Lanusse de nada despreciables 78 años, Albano Harguindeguy con 85
pirulos también, Jorge Rafael Videla muerto con 88 años y aún vivos a sujetos
como Luciano Benjamín Menéndez y Genaro Díaz Bessone prácticamente
nonagenarios, la lista sigue…
-Pero esto no siempre fue así.
-Es un fenómeno relativamente reciente. Viendo las edades de viejos
golpistas como el General Uriburu o Agustín P Justo, encontramos que no
llegaron ni a los 70 años. La curva se dispara brutalmente a partir del derrocamiento
de Perón en 1955 y la prescripción del peronismo.
-Interesante…aunque el General
Lonardi (ndr: primer presidente de facto tras el golpe a Perón) fallece
bastante joven.
-Lonardi no es medida, sufría de una salud muy frágil previamente a
asumir como Presidente. Fue una figurita decorativa y su frase “ni vencedores
ni vencidos” demuestran que realmente no podía mejorar su calidad de vida.
-¿Mejorar su calidad de vida? Por
favor explíqueme.
-Mire, acá está el meollo del asunto. A la vida bastante desestresada
de un grupo de militares que en el fondo no tienen nada productivo para hacer y
que a mayor grado militar el esfuerzo en los cuarteles los hace otro,
descubrimos que el hecho de reprimir, intimidar, aplicar tormentos, restringir
derechos y someter a gran parte de la población civil libera en el personal
castrense una ilimitada cantidad de endorfinas.
-¡Increíble!
-Así es. De estas endorfinas nos centramos especialmente en la gorilina, que se encuentra
casi ausente en el sistema nervioso central de los seres humanos. Esta
sustancia registra valores por encima de la media en gran parte de la población
argentina y niveles diría que alarmantes en los militares de alto rango de las
últimas seis décadas. El accionar militar contra la población de a pie
provocaba estimulos placenteros que relajaban y daban una sensación de
bienestar, reducción de la tensión arterial y ritmo cardíaco, que derivan en
una mejor calidad de vida. Afortunadamente, se están tomando medidas para
equilibrar un poco.
-Realmente de no creer…¿Cómo sigue esta investigación?
-Los dictadores brasileños
Garrastazu Médici y Baptista Figueredo pasaron los 80 años. Augusto Pinochet de
Chile murió con 91. El paraguayo Alfredo Stroessner casi con 94…creemos que
esto es común en varios países y que a mayor tiempo de gobierno, no casualmente
los dictadores sudamericanos viven más tiempo. Antes que volver a ver como se
montan las morsas, seguiremos investigando.