Tuesday, June 30, 2015

AFIRMAN QUE SER PRESIDENTE DE FACTO PROLONGA LA VIDA EN ARGENTINA

Un reciente estudio de un prestigioso Instituto Científico estadounidense confirma esta teoría, por lo que REVISTA MUERTA no duda en llegar hasta la lejana Alaska, para conocer de primera mano este importante descubrimiento.

Si uno es joven, pero quiere asegurarse una larga vida, la solución se encuentra al alcance de la mano. Estudiar en la Escuela de Oficiales de alguna de las tres Fuerzas Armadas, hacer carrera en la fuerza, llegar al Generalato o el Almirantazgo y luego formar parte de un gobierno ilegal, en la Argentina prolonga la vida por varios años. Esta afirmación en otros tiempos temeraria, ha sido debidamente analizada por el Dr, Roscoe Hogg, reputado investigador del Pedorric Science Research Institute de la ciudad de Anchorage, quien tras varios años de paciente trabajo de campo y cotejado de análisis puede afirmar rotundamente lo valedero de su teoría. Es por ello que nuestro corresponsal en Groenlandia acortó distancias mediante su trineo y entre probetas, gráficos e innumerables libros desparramados, trae al lector esta apasionante entrevista.

-Cuéntenos Doctor…¿Cómo se inició esta interesante investigación?

-Como sucede con muchos de los grandes descubrimientos, la causa fue meramente accidental. Aquí en Alaska tenemos líneas de investigación científica muy marcadas: una relacionada con la industria hidrocarburífera, donde gracias al mecenazgo de importantes empresas como Texaco, Isaura y Agip podemos demostrar lo inocuo de los derrames de petróleo en el ecosistema contrariando valientemente al feroz lobby ecologista, el aprovechamiento de recursos en ambientes hostiles por parte del pueblo esquimal y el desarrollo de la flora y la fauna en estas latitudes.

-Bien. Quiero suponer entonces que la relación con Argentina llega por fruto de ciertas similitudes entre la dureza del clima austral y el que se presenta aquí. Lo que no llego a comprender como se llega a la longevidad del generalato argentino.

-No precisamente. Investigando sobre la vida de las morsas, descubrimos que “La Morsa” era el apodo del presidente de facto argentino Juan Carlos Onganía. Ese fue el punto de partida de todo esto, e inicié junto a mis colaboradores, varios viajes a la Argentina para profundizar la investigación.

-¡Increíble! Igualmente, parece algo forzado el motivo que los inspiró para efectuar este trabajo.

-Mire, acá teníamos dos opciones. O pasarnos ocho meses cagados de frío viendo como garchan las focas o viajar con todos los gastos pagos a Sudamérica, conocer Buenos Aires y tener a mano el Carnaval de Río para pasarla bomba. ¿Usted que elegiría?

-Está todo dicho.

-¡La ciencia por sobre todas las cosas! Investigamos reiteradamente los beneficios del malbec argentino principalmente. (Hogg ríe con ganas)

-Estábamos en Onganía.-

Sí, disculpe. Lo cierto es que empezamos a hacer una semblanza de la vida de “La Morsa” y nos llamó poderosamente la atención que, al contrario de la mayoría de nuestras elites militares, nunca había participado en una sola batalla, apenas en las bravuconadas internas de Azules y Colorados unos años antes e intrascendentes ejercicios militares. Luego asumió como jefe del Ejército y posteriormente, dio un golpe de Estado contra el radical Arturo Illia y se convirtió en Presidente.

-Eso lo sabemos todos los que conocemos un poco de la historia argentina reciente, Dr. Hogg.

-Puede ser…¿pero qué me diría usted que haberse convertido en un dictador bananero mejoró su calidad de vida y le aseguró varios años por encima del promedio?

-Puede ser fruto del mero azar…

-Fue lo que pensamos nosotros inicialmente. Mire Onganía falleció a los 81 años de edad, cuando el promedio para los varones argentinos en su fecha de fallecimiento era de aproximadamente 70 años y 72 de acuerdo a las últimas estadísticas. Empezamos a repasar la vida de otros presidentes y personajes destacados de gobiernos de facto y encontramos como punto común una asombrosa longevidad por encima del promedio.

-¿Por ejemplo?

-Tenemos un Isaac Rojas fallecido a los 87 años, un Emilio Massera de 85, un Lanusse de nada despreciables 78 años, Albano Harguindeguy con 85 pirulos también, Jorge Rafael Videla muerto con 88 años y aún vivos a sujetos como Luciano Benjamín Menéndez y Genaro Díaz Bessone prácticamente nonagenarios, la lista sigue…

-Pero esto no siempre fue así.

-Es un fenómeno relativamente reciente. Viendo las edades de viejos golpistas como el General Uriburu o Agustín P Justo, encontramos que no llegaron ni a los 70 años. La curva se dispara brutalmente a partir del derrocamiento de Perón en 1955 y la prescripción del peronismo.

-Interesante…aunque el General Lonardi (ndr: primer presidente de facto tras el golpe a Perón) fallece bastante joven.

-Lonardi no es medida, sufría de una salud muy frágil previamente a asumir como Presidente. Fue una figurita decorativa y su frase “ni vencedores ni vencidos” demuestran que realmente no podía mejorar su calidad de vida.

-¿Mejorar su calidad de vida? Por favor explíqueme.

-Mire, acá está el meollo del asunto. A la vida bastante desestresada de un grupo de militares que en el fondo no tienen nada productivo para hacer y que a mayor grado militar el esfuerzo en los cuarteles los hace otro, descubrimos que el hecho de reprimir, intimidar, aplicar tormentos, restringir derechos y someter a gran parte de la población civil libera en el personal castrense una ilimitada cantidad de endorfinas.

-¡Increíble!

-Así es. De estas endorfinas  nos centramos especialmente en la gorilina, que se encuentra casi ausente en el sistema nervioso central de los seres humanos. Esta sustancia registra valores por encima de la media en gran parte de la población argentina y niveles diría que alarmantes en los militares de alto rango de las últimas seis décadas. El accionar militar contra la población de a pie provocaba estimulos placenteros que relajaban y daban una sensación de bienestar, reducción de la tensión arterial y ritmo cardíaco, que derivan en una mejor calidad de vida. Afortunadamente, se están tomando medidas para equilibrar un poco.

-Realmente de no creer…¿Cómo sigue esta investigación?


-Los dictadores brasileños Garrastazu Médici y Baptista Figueredo pasaron los 80 años. Augusto Pinochet de Chile murió con 91. El paraguayo Alfredo Stroessner casi con 94…creemos que esto es común en varios países y que a mayor tiempo de gobierno, no casualmente los dictadores sudamericanos viven más tiempo. Antes que volver a ver como se montan las morsas, seguiremos investigando.