En un hecho destacado, el Califa Ahmed Bin Ladiya, líder supremo del Califato Coránico Oriental, adhirió a los festejos por el Día Internacional de la Mujer. Estados Unidos y la Comunidad Europea expresaron su satisfacción por las medidas implementadas.
Es conocida dentro de la comunidad internacional, las posturas extremadamente rígidas de la mayoría de los países musulmanes para con la mujer, haciendo una inflexible interpretación de las leyes coránicas. Uno de sus más acérrimos defensores, el Califa Bin Ladiya, sin embargo, ha sorprendido a la comunidad internacional con medidas de apertura sin precedentes dentro de este pequeño país, señalado como uno de los más opresores y violadores de los más básicos derechos humanos por varias organizaciones especializadas.
En reconocimiento a los festejos mundiales por el Día Internacional de la Mujer, y como muestra de buena voluntad hacia el conjunto de la sociedad de naciones, el Califa expresó que “en virtud de nuestro reconocimiento a las abnegadas tareas desarrolladas por la mujer islámica, decreto eliminar el uso inhumano de las piedras pequeñas en la lapidación de mujeres. Para evitar el innecesario sufrimiento de los lapidadores, que gastan extremas energías en arrojar las mismas, así como también el de la víctima, he decidido que todas las ejecuciones de estas perras se realicen sin más trámite y sin necesidad de juicio previo, de dos o tres cascotazos”.
Así mismo, y como botón de muestra de las señales de distensión luego de una profunda crisis diplomática con el mundo occidental, Bin Ladiya ha convenido la explotación de sus innumerables pozos petrolíferos con la ayuda de las principales empresas del ramo. Dicha decisión ha sido aplaudida por los países centrales, quienes reconocen “los importantes esfuerzos en pro de la concordia y la paz mundial” del Califa, a quien saludan especialmente y reconocen como “guía espiritual, bondadosa e irremplazable” de la conflictiva zona del Medio Oriente.
Es conocida dentro de la comunidad internacional, las posturas extremadamente rígidas de la mayoría de los países musulmanes para con la mujer, haciendo una inflexible interpretación de las leyes coránicas. Uno de sus más acérrimos defensores, el Califa Bin Ladiya, sin embargo, ha sorprendido a la comunidad internacional con medidas de apertura sin precedentes dentro de este pequeño país, señalado como uno de los más opresores y violadores de los más básicos derechos humanos por varias organizaciones especializadas.
En reconocimiento a los festejos mundiales por el Día Internacional de la Mujer, y como muestra de buena voluntad hacia el conjunto de la sociedad de naciones, el Califa expresó que “en virtud de nuestro reconocimiento a las abnegadas tareas desarrolladas por la mujer islámica, decreto eliminar el uso inhumano de las piedras pequeñas en la lapidación de mujeres. Para evitar el innecesario sufrimiento de los lapidadores, que gastan extremas energías en arrojar las mismas, así como también el de la víctima, he decidido que todas las ejecuciones de estas perras se realicen sin más trámite y sin necesidad de juicio previo, de dos o tres cascotazos”.
Así mismo, y como botón de muestra de las señales de distensión luego de una profunda crisis diplomática con el mundo occidental, Bin Ladiya ha convenido la explotación de sus innumerables pozos petrolíferos con la ayuda de las principales empresas del ramo. Dicha decisión ha sido aplaudida por los países centrales, quienes reconocen “los importantes esfuerzos en pro de la concordia y la paz mundial” del Califa, a quien saludan especialmente y reconocen como “guía espiritual, bondadosa e irremplazable” de la conflictiva zona del Medio Oriente.
2 comments:
Lastima que Borat, el segundo mejor periodista de Kasajstan (o como se escriba), no pudo hacer una reseña de corresponsal en su país de origen.
Una sola pregunta, el tamaño de los cascotes tampoco puede ser muy grande, no vaya ser que uno se desgarre por lanzar algo muy pesado.
Lo que falta!
De acuerdo a la particular interpretación de la ley coránica por parte del Califa, el que se queja por tirar piedras grandes recibe en castigo 100 latigazos, la amputación de la mano derecha y se lo obliga a mantener relaciones con un horno de barro encendido, así que, al parecer, nadie se queja.
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